Como contamos, la tormenta de nieve del día anterior fue inusitada, causando graves retrasos y atascos, pero al final pudimos dormir tranquilamente en Hamburgo. Así que el susto acabó bien y valió la pena porque al levantarnos y mirar por la ventana toda la ciudad estaba cubierta con un manto blanco.

[11/12/2017]
Nos arreglamos deprisa y bajamos a disfrutar de la nieve antes de que las pisadas de la gente y la contaminación de los coches la fundiera y ensuciara.
Pero al fin y al cabo es la ciudad, donde no llega a cuajar tanto, por ello decidimos que era un día ideal para visitar el jardín botánico.
El nevado jardín botánico de la Universidad de Hamburgo
Un jardín, algo apartado, protegido de la contaminación, no nos equivocamos ¡allí sí que había nieve! Y muy poca gente, así que pudimos disfrutar de lo lindo.
El jardín botánico es propiedad de la Universidad de Hamburgo es ¡enorme! y ¡gratis! Abre cada día de 9:00 a 18:00. Nosotros estuvimos toda la mañana en él y podríamos haber estado más tiempo. Está dividido en zonas, cada zona representa la vegetación de un país distinto y, como no podía ser de otra manera, el que más nos gustó fue el jardín japonés, es como si hubiéramos escapado de repente al país nipon.

Había tanta nieve que para leer los carteles indicadores del tipo de vegetación o de la zona en la que nos encontrábamos teníamos que apartar de encima una capa de nieve de unos dos dedos de grosor. Cosa que en realidad me pareció muy divertida, se podía incluso dibujar sobre la nieve ^_^

Paseamos por los distintos jardines descubriendo la vegetación de cada lugar y disfrutamos de la capa de nieve que recorría todo el jardín, hasta bien entrado el mediodía, donde el hambre nos llevó de vuelta a la ciudad a llenar el estómago.
La iglesia destruida de St nikolai
Aún nos quedaba un mercadillo para ver, el de Hafencity (del puerto), así que después de comer nos dispusimos a visitarlo. La verdad es que no vale mucho la pena, es pequeñito, tiene poca cosa y es más “pijerío” que otra cosa, así que si no tenéis tiempo de verlo no os preocupéis, no os perdéis nada.

Desde allí decidimos dar un paseo y volver caminando al centro, así aprovechamos para volver a visitar la iglesia de St. Nikolai. Aunque ya la conocíamos de nuestra anterior visita a la ciudad, es un sitio que realmente me impresiona y me gustó poder volver. La iglesia quedó totalmente destrozada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, quedando únicamente en pie la torre, y la han dejado tal cual como memorial y recuerdo de los desastres de la guerra. La torre sigue en pie, según nos comentaron, porque era la forma en la que los bombarderos podían identificar la ciudad desde el aire.

Estando en la iglesia volvió a ponerse a nevar fuerte así que nos resguardamos en un centro comercial y, cuando amainó, volvimos hacia el alojamiento dando un último paseo por la ciudad, ya que el día siguiente nuestro vuelo salía pronto y ya no tendríamos tiempo de visitar nada. Pero esperamos poder peregrinar durante muchos años más a los mercadillos navideños europeos.