Nueva Zelanda XXI – Las aguas termales de Hot Water Beach

[19/03/2016]

El día anterior, además de Hobbiton, habíamos visitado Cathedral Cove, pero aún nos quedaba por descubrir otra de las maravillas de la Península de Coromandel: Hot Water Beach.

Tatiana en Hot Water Beach
Nuestra pequeña piscina termal. Bueno, no os vamos a engañar, esta no estaba caliente, pero da el pego en la foto ¿no? :p

Un cálido baño en Hot Water Beach

Sólo se puede disfrutar realmente de Hot Water Beach durante la marea baja, en nuestro caso esta tenía lugar a las 10:53 de la mañana, buena hora para dar un bonito paseo por la playa antes de dirigirnos hacia allí.


Nuestra primera intención era darnos un baño ya que, como comentamos, nuestra habitación se encontraba pegada a la playa Hahei, pero hacía viento y el agua estaba muy fría, así que decidimos simplemente dar un paseo y reservarnos para las cálidas aguas que visitaríamos esa mañana.

Tatiana y Pere en una playa de la península de Coromandel
A primera hora de la mañana en la playa que se encontraba tras nuestra habitación ¡Hacía bastante fresco!

Hot Water Beach se encuentra a escasos 10 minutos en coche del Hahei Holiday Resort, tiene un aparcamiento, pero no es muy grande y, por lo que hemos podido leer, en temporada alta se llena y no hay donde aparcar, pero nosotros tuvimos suerte. Aunque desde nuestro punto de vista ya había demasiada gente, no nos queremos imaginar cómo será cuando se llena.

En un bar que se encuentra convenientemente situado se alquilan las palas. ¿Palas? Os preguntaréis los que no hayáis oído sobre esta playa. Pues sí, palas, porque la curiosidad de esta playa es que si abres un agujero en la orilla sale agua caliente provenientes de dos fisuras bajo tierra, y puedes crearte como una pequeña piscina termal. Cuando la península de Coromadel era aún un territorio volcánicamente activo (hace entre 5 y 9 millones de años), el magma ascendió hasta situarse a unos dos kilómetros de la superfície. Ahora que la actividad volcánica ha cesado, dicho magma se ha ido enfriando pero aún mantiene suficiente calor (170º C) como para calentar el agua que se filtra, la cual asciende de nuevo con una temperatura de unos 60 o 65º C).

Pere cavando en Hot Water Beach
Pere en su trabajo de construcción de nuestro pequeño spa natural :p

Inicialmente yo pensaba que siendo arena no serían necesarias las palas, pero sí, realmente son necesarias para hacer un agujero en condiciones. Luego pensé, bueno, la playa es muy larga, sí, pero resulta que no sucede en toda la playa, sólo en un trozo pequeño, donde se encuentran las fisuras. Pero si llegamos pronto no debería haber problema, craso error, siempre hay gente que llega antes. Cuando llegamos ya estaba lleno de pequeñas piscinas termales en todas las zonas adecuadas, me refiero a todas las zonas donde el agua caliente surge pero no está demasiado cerca de la orilla como para que a cada ola te entre el agua y derrumbe tu trabajo.

Una multitud de gente en Hot Water Beach
Como podéis ver, no había ni un hueco libre :-/

Vamos, que de la idílica situación de estar en una piscina termal sobre la arena a orillas del mar, acabamos sudando de tanto cavar, con las olas que nos desmontaban la barrera de arena cada dos por tres y bañándonos en el agua fría del mar. Eso sí, llegamos a tocar el agua termal, muy calentita, ¡incluso en algunas zonas llegaba a quemar!

Cartel informativo en Hot Water Beach
Aquí podéis ver una explicación gráfica del fenómeno termal que se produce en Hot Water Beach

Así que mi reflexión es, Hot Water Beach llama mucho la atención y realmente es muy chulo, pero no vayáis con grandes expectativas porque seguramente la aglomeración de gente no os permitirá disfrutarlo como imaginabais.

 

De vuelta a Auckland

Llenos de arena y sal tomamos el triste camino de vuelta hacia Auckland, triste porque significa que ya nos quedaban pocos días en el país, cuando teníamos tantas ganas de seguir conociéndolo.

Nuestra primera visita en Auckland, ya que teníamos el coche en marcha, fue el monte Edén, el volcán más alto de Auckland, eso sí, inactivo 😉 Las vistas desde allí arriba son realmente impresionantes, ves toda la ciudad, y no menos impresionante es mirar al centro, pues se puede observar claramente el cráter cubierto de vegetación por el paso del tiempo.

Panorámica del Monte Edén en Auckland
¡Oh! El volcán del monte Edén

 

Auckland vista desde el Monte Edén
Desde el monte Edén se tienen unas vistas espectaculares de la ciudad

Después de esto ya nos dirigimos a nuestro alojamiento, el City Garden Lodge, el cual nos costó 57€ la noche la habitación con baño privado. No tiene aparcamiento propio pero en la propia calle siempre se suele encontrar sitio donde estacionar. ¡Eso sí! Debéis tener muy en cuenta aparcar en el sentido de la marcha; es decir, que si vais por el carril izquierdo y veis un aparcamiento a lado derecho, girad primero el coche antes de aparcar, pues un señor muy amable nos comentó que ponían muchas multas por eso. ¡Sí! Ya sé que en España también se pueden poner multas por ello pero, al menos en Mallorca, no es habitual.

City Garden Lodge, en Auckland
Nuestro balconcito en el City Garden Lodge, podría ser rnuestra casita jejeje

Nuestra habitación era realmente un altillo encima de la recepción, como un pequeño apartamento, bastante cuqui, con un pequeño balconcito, una zona tipo vestidor y el techo inclinado a modo de alcoba, perfecto sino fuera porque vi una cucaracha y porque parecía que no estaba demasiado limpio.

Habitación del City Garden Lodge
Nuestra coqueta habitación en el City Garden Lodge

El resto de instalaciones se encontraban en la zona común, con cocina, baños y habitaciones compartidas, por lo que desconocemos si únicamente tienen una habitación privada.

Elegimos este alojamiento principalmente por la disponibilidad de aparcamiento y por su precio. Se encuentra a unos 30 minutos andando del centro, pero el camino se hace bastante agradable, a la mitad más o menos hay una zona de locales de comida rápida donde nos paramos a cenar los dos días que estuvimos por la zona, y a partir de ahí está lleno de supermercados y comercios.

Nos acercamos a cenar un calórico fish and chips y nos acostamos pensando que al día siguiente podríamos ver ballenas, aunque lamentablemente os contaremos porque no fue así.