Nueva Zelanda III – De Auckland (Isla Norte) a Nelson (Isla Sur)

Tras el largo viaje de avión de Beijing a Auckland y la noche sin dormir a causa del jet lag, nos tocaba un día tranquilo, cambiar de isla y tantear el terreno.

Llegando a Nelson, preciosas vistas ^_^

 

[01/03/2016]

En la Isla Sur de Nueva Zelanda se respira paz y tranquilidad

Nuestro avión salía a las 12:55 de Auckland a Nelson, así que salimos del hotel tranquilamente, desayunamos en el Countdown de al lado del hotel, del que ya os hablé, y volvimos andando al aeropuerto, en este caso a la terminal de vuelos nacionales, aunque están una al lado de la otra y bien señalizadas.

Embarcamos las maletas con un personal muy amable y simpático, haciendo bromas, vamos, que se notaba un ambiente relajado. Nos dirigimos hacia la puerta de embarque indicada y vemos que no hay ningún tipo de control policial para llegar a ella. Esperamos en la sala preguntándonos si antes de subir nos harán pasar por algún tipo de control. Pero no, para nuestra sorpresa, llegada la hora abrieron las puertas, subimos andando al avión y tan panchos, vamos que podríamos haber llevado todo el líquido que quisiéramos y cualquiera de los productos prohibidos, lo cual aumenta la comodidad, pero también da un poco de miedo que no pueda pasar algo malo, se nota que están alejados y viven realmente muy tranquilos.
El vuelo duraba una hora y media, así que después de la mala noche decidí dormir un poquito, ya que cuando llegáramos me tocaba conducir, aunque después de ver alguna de las fotos de Pere creo que hice mal y debería haber aguantado despierta.

Vista del Mar de Tasmania desde un avión
Sobrevolando el Mar de Tasmania

Llegamos al aeropuerto de Nelson y nuestra sorpresa siguió aumentando, se trata de una pequeña cochera donde se ve que no llegan demasiados aviones y el cartel de baggage claim te dirige hacia la puerta de salida. En la calle yo esperaba ver indicadores hacia otra estancia donde recoger las maletas o ver en algún lado la típica cinta transportadora, pero no había nada de nada. Volví a entrar y salir, ya iba a pedir a algún empleado cuando sabiamente Pere me dijo: “todo el mundo espera aquí, así que debe ser aquí”. La verdad es que era muy raro estar esperando en la calle, al lado del aparcamiento, pero allí estuvimos hasta que se acercó un vehículo con un remolque lleno de maletas, se paró, y del mismo remolque la gente iba cogiendo la suya. Jajaja muy rústico todo :p jajaja. Si es que la paz de la isla sur de Nueva Zelanda se respira desde que pones el pie en ella.

Avión bitomotor con el que se vuela entre Auckland y Nelson (Nueva Zelanda)
Bajamos del avión directamente a la terminal del aeropuerto (también llamada cochera :p)

Teníamos un coche reservado con Omega rental cars, aunque para recogerlo teníamos que llamar para que nos vinieran a buscar y acercarnos a la oficina, pero tuvimos la suerte de que ya otra pareja había llamado y estaba llegando la furgoneta, así nos ahorramos una llamada en inglés que hubiera podido ser “divertida” :p

Llegamos a la oficina, una pequeña caseta con un matrimonio que se encarga de todo, incluso son los que recogen el aeropuerto. Nos atendió la mujer, nos dio información de la zona, folletos,… La verdad es que fue realmente muy amable, incluso demasiado para nuestro nivel de inglés, con el que no podemos dar mucha conversación.

Antes de entregarnos las llaves del coche se debe pasar un pequeño trámite donde respondes a una serie de preguntas sobre si has conducido antes por Nueva Zelanda, si has conducido alguna vez por la izquierda, si conoces la web de AA traveller y has hecho su test (veo que lo han modernizado, cuando yo lo hice sólo había dibujos, ahora salen vídeos), junto a ello te hacen firmar que has recibido la información sobre cómo conducir en Nueva Zelanda. Eso sí, se ve que están algo obsesionados con lo de conducir por sus carreteras, cuando en realidad el problema son sus propios ciudadanos, que van como locos, no los viajeros, que conducimos con precaución.

Arrancamos el coche y avanzamos nuestros primeros kilómetros por carreteras neozelandesas. Con ayuda del GPS llegamos a nuestro primer destino, Motueka, donde teníamos reservada una habitación en el Hat Trick Lodge.

Nissan Tiida
Un Nissan Tiida, nuestro acompañante en la isla sur

Motueka es un sitio ideal donde alojarse para visitar el parque natural de Abel Tasman, no es muy grande pero sí tiene una gran oferta tanto de alojamientos como de servicios (como por ejemplo, una hora de conexión gratuita a la red wifi municipal).

Nosotros reservamos una habitación doble con baño por 42 € por noche, un gran precio. La habitación estaba bien, limpia, la cama era cómoda y disponíamos de una cajonera, y el baño era realmente enorme, de hecho nuestras maletas las teníamos en él pues había espacio de sobra. La única pega es que el suelo de la ducha estaba hecho como de una especia de plástico, no sé muy bien que era, pero por falta de mantenimiento estaba todo levantado y se formaban charcos de agua, pero bueno, aparte de eso pequeño detalle el alojamiento es totalmente recomendable. Dispone de cocina comunitaria, amplia aunque siempre estaba llenísima de gente, con una gran mesa, y dos mesas más en los dos balcones, un sofá con tele en la cocina y otro en el piso de abajo, servicio de lavandería y aparcamiento privado, aunque la verdad es que por la zona es fácil aparcar. Además el personal es muy atento y amable.

Habitación del Hat Trick Lodge de Motueka
Nuestra coqueta habitación en el Hat Trick Lodge de Motueka
Baño de habitación del Hat Trick Lodge de Motueka
El baño era casi tan grande como el resto de la habitación 😮

Llegamos, descargamos las cosas, fuimos a hacer la compra para pasar los días siguientes, desayuno, bebidas, pan para hacer unos bocatas,… En la calle principal de Motueka hay dos grandes supermercados, viniendo desde Nelson hay un New world más cerca de la entrada y un Countdown hacia la salida, pero vamos muy céntricos los dos.

Tras aprovisionarnos, nos duchamos y salimos a cenar a un Kentucky que habíamos visto, sí, poco originales, pero tampoco vimos nada que nos llamara especialmente la atención y aún andábamos con el jet lag encima. Bueno, pues fue una pésima elección, el pollo más seco que he probado jamás en este tipo de cadenas, se hacía bolita jijiji.

Ya sólo nos quedaba pasar una agradable noche descansado y reponiendo las pilas para la caminata por Abel Tasman que nos tocaba al día siguiente. ¡Pero no! En esta ocasión tampoco pude dormir, probé a escuchar la radio, leer,… pero nada, ¡buf, que noches más largas! ¡Y vaya puto jet lag!