[05/03/2017]
La belleza de los jardines del palacio Schönbrunn
Al palacio Schönbrunn se puede llegar tanto con tranvía como con metro hasta la estación del mismo nombre. El palacio en Schönbrunn, también como conocido como el Versalles Vienés, fue la residencia de verano de los Habsburgo y, aunque el palacio en sí es de una gran belleza, lo que más llamó nuestra atención fueron sus jardines. Si bien es cierto que para disfrutarlos de todo su esplendor se debe visitar en primavera, ya que en nuestra época invernal todos los árboles estaban desprovistos de su follaje.

En dichos jardines destaca la fuente de Neptuno, con unas esculturas cuidadas al detalle. Y dentro de los mismos jardines encontramos un zoo, no entramos ya que no lo teníamos previsto y no disponíamos de tiempo, pero puede ser interesante ya que es considerado el zoo más antiguo del mundo. Además hay un laberinto de setos, una pena que en la época en la que fuimos estuviera cerrado, porque me hacía mucha ilusión 🙁

De vuelta a la ciudad, y ya que venía incluido en nuestra entrada combinada a los palacios, visitamos el museo colección de muebles imperiales. Vamos a ser sinceros, no albergábamos grandes esperanzas, fuimos simplemente porque teníamos la entrada. sin embargo nos sorprendió muy gratamente. En muchas ocasiones, cuando visitamos palacios o castillos, pensamos que le faltan sus muebles, que sería mucho más bonito y más fácil hacerse a la idea si estuvieran amueblados, pues bien, aquí podemos ver esos mobiliario con su propia historia. Se exponen unos 6000 objetos de los Habsburgo, que estuvieron ubicados en los palacios Hofburg, Schönbrunn, Belvedere y Schlosshof. La verdad es que es una visita que recomendamos.

Al salir de allí nos dirigimos hacia la plaza del Ayuntamiento, donde había montada una pista de patinaje sobre hielo, restos aún montados de la época navideña. Me encanta patinar sobre hielo y en esta pista disfruté muchísimo, ya que no se si es la más grande en la que he patinado pero sí la de mayor circuito. Es decir, no se limitaba a ser una pista circular en la que todo el mundo da vueltas en la misma dirección sino que había una serie de pasillos que daban a diferentes pistas circulares y podías elegir que camino tomar, incluso había ceda el paso y dos pendientes informándote cada una de su nivel de inclinación, para que cada cual sepa si se puede arriesgar o no. Vamos, una verdadera pista de aventuras sobre hielo, si es gusta patinar os lo recomiendo encarecidamente.

De ahí nos dirigimos al Prater, ya que no nos queríamos ir de Viena sin despedirnos de él. Como ya comentamos, el parque estaba excesivamente tranquilo en esa época, así que decidimos cenar en uno de los múltiples restaurantes ubicados en la estación que se encuentra justo enfrente.
En resumen, Viena es una ciudad con mucho lujo y un gran patrimonio arquitectónico que hay que visitar, pero que se preocupa más de la parte turística que de la ciudad en sí donde viven sus habitantes.
Durmiendo en el aeropuerto de Viena
Nuestro vuelo salía de Viena a las 6:00 de la mañana, contando el trayecto al aeropuerto y el tiempo de antelación con el que hay que estar, no nos salía rentable pagar una noche más de alojamiento, así que una vez cenados, recogimos nuestras mochilas, que previamente habíamos dejado en las taquillas de la estación, y nos dirigimos al aeropuerto.
Muchos pensareis que estamos locos, que a quien se le ocurre dormir en un aeropuerto, pero no es la primera vez que lo hacemos y es uno de los modos de conseguir un viaje low cost, pero más aún, el de Viena lo recomiendo como uno de los aeropuertos donde dormir, ya que dispone de unos sofás comodisimos donde pudimos tumbarnos y dormir de forma muy aceptable.

Y así volvimos a Mallorca donde directamente desde al aeropuerto nos dirigimos al trabajo, y es que, no se pueden desperdiciar los días de vacaciones, hay que explotarlos al máximo.