Islandia IV – Sobrevivimos por los pelos a la tormenta del siglo

Nos levantamos en el camping de Hveragerði, donde habíamos pasado la noche para despertarnos con una buena caminata y un bañito en aguas termales.

Seljalandfoss
Desde la distancia ya apreciamos la magnitud de Seljalandfoss

[15/10/2019]

Nuestro primer baño en aguas termales de Islandia

A pocos minutos en coche del camping aparcamos para iniciar nuestro recorrido hacia el Reykjadalur Hot Spring Thermal River,un río de aguas termales en medio de la montaña donde es posible bañarse disfrutando de la naturaleza.

Desde el aparcamiento hay que caminar unos 40 minutos hasta llegar al valle donde se encuentra el río. Cuando os vayáis acercando comenzaréis a ver el humillo característico que os indicará que estáis cerca.

Reykjadalur Hot Spring Thermal River
Detectaremos que nos vamos acercando a Reykjadalur Hot Spring Thermal River por este humito tan característico

En la zona de baño hay una especie de mamparas para resguardarse del viento y cambiarse, no es que te ofrezca intimidad total pero sí está tapado por dos de los cuatro lados. Aunque más que intimidad, pues no hay demasiada gente y yo no soy muy pudorosa, lo que sí se agradece es que tape el viento, porque si bien dentro del agua calentita se está de lujo, afuera hace un frío que pela y quitarse la ropa es un sacrificio necesario jeje.

Un consejo, no os quedéis en los primeros sitios que veáis, id hacia los últimos, ya que el agua está más calentita. Nosotros nos paramos en el primer sitio que vimos  encontramos el agua templada, sin embargo después nos desplazamos y disfrutamos del agua caliente de verdad.

Reykjadalur Hot Spring Thermal River
El río de agua termal Reykjadalur Hot Spring, esas tablas que se ven son los “vestidores”

Este sitio es totalmente gratuito y es un lujazo estar en el agua calentita, en medio de la naturaleza, durante el frío invierno.

Aunque hacía frío el día amaneció bastante despejado, pero a nuestra vuelta al coche ya empezaba a nublarse y a caer cuatro gotas.

Visitas a Cascadas

Nuestra siguiente visita del día fue a las cascadas de Seljalandfoss y Gljufurarfoss, os iréis dando cuenta que cuando la palabra acaba en foss es una cascada de agua.

Seljalandfoss
Pasar justo detrás de Seljalandfoss es toda una experiencia

La primera de ellas, que encontramos justo a la salida del parking, es impresionante, muy bonita y amplia. Además se puede pasar justo por detrás de ella, con lo que tienes el agua prácticamente a tu alcance.

Gljufurarfoss
Tendréis que entrar por esta pequeña grieta para disfrutar de Gljufurarfoss

 

Andando unos pocos metros encontraréis la segunda cascada, no tiene pérdida pues veréis a todo el mundo yendo hacia allí. Esta, aunque más pequeña, para mi es mucho más bonita. Desprende una magia especial, ya que para verla hay que pasar por una grieta entre las rocas y sortear pequeños riachuelos. Una vez en el interior, podemos ver la cascada cayendo a través de un agujero en la parte superior de la roca. Las fotos no son capaces de captar la belleza y la magia de ese lugar.

Gljufurarfoss
Gljufurarfoss es verdaderamente impresionante, diría que fue la cascada que más me gustó

La mayor tormenta de viento y lluvia que hemos vivido

Pero nuestro viaje debía continuar, así que nos dirigimos a nuestra siguiente visita, la cascada Skogafoss. Para mi gusto esta no es tan bonita como las anteriores, aunque puedes subir unas escaleras y verla desde arriba, donde ver caer el agua desde su nacimiento es un gran espectáculo.

Skogafoss
Desde la parte superior de Skogafoss podemos ver la fuerza con la que cae el agua

En estos momentos el viento comenzó a soplar muy fuertemente, la página web oficial daba alerta amarilla. Según esa misma página, una alerta bastante común durante los meses de invierno y donde simplemente había que extremar las precauciones pero no era necesario aislarse ni buscar resguardo.

Sin embargo subir las escaleras hasta la parte superior de la cascada nos costó, el viento soplaba tan fuerte que me tiraba y tenía que sujetarme fuertemente a la cuerda que hace las veces de barandilla.

Skogafoss
En la subida a Skogafoss lo pasé muy mal, no fingía, realmente el viento era más fuerte que yo

Al volver al coche comenzó a diluviar, no sabíamos que hacer, pero decidimos ir a algún pueblo o algún sitio algo más resguardado.

En teoría nuestro siguiente destino era el acantilado de Dyrholaey, sin embargo la lluvia y los fuertes vientos no aconsejaban ir cerca de la costa, así que decidimos llegar hasta un pueblo que vimos en el mapa por esa zona, Vík í Mýrdal.

La famosa ring road tenía un trozo cortado, no sabemos si por obras o por incidentes con el temporal, así que nos desviaron por una carretera secundaria, que según mi opinión era un maldito camino de carro. La furgoneta se movía de lado a lado con el viento, como si la fuera a tumbar, y el camino de carro no ayudaba a su estabilidad sino precisamente lo contrario. No se como conseguimos pasar por esa carretera con nuestra tartana, pero afortunadamente llegamos al pueblo.

Posteriormente vimos en internet que las las olas habían provocado grandes destrozos en la zona del acantilado de Dyrholaey y que estaba todo cerrado. Además también estaba cerrada por el temporal la playa de Reynisfjara, famosa por sus formaciones rocosas llamadas trolls de piedra.

En el pueblecito Vík í Mýrdal prácticamente no había nada, eran alrededor de las 16 o 17 de la tarde, así que aparcamos frente a una hamburguesería y entramos a hacer un café y un chocolate esperando que el tiempo amainase.

El tiempo no amainó sino que más bien al contrario, parecía que todo el pueblo se fuera a inundar y las casas salir volando.

Pero no penséis que la alerta de la web oficial había cambiado de color, seguía en amarillo y con una simple advertencia de cuidado, como si fuera lo más normal del mundo. ¡Pero si casi morimos!

Cuando llevábamos más de una hora encerrados decidimos ir a ver una playa que, según Maps, estaba a solo 5 minutos andando y desde la que se podían ver las formaciones rocosas de los trolls. Aunque seguía lloviendo, pensamos que podríamos hacer una visita rápida y despejarnos un poco.

La playa estaba cerca, pero llovía tan fuerte y hacía tanto viento que quedamos totalmente chorreando. La tormenta de lluvia y viento era tal, que casi no veíamos enfrente, a lo lejos pudimos vislumbrar los trolls rocosos y hacerla alguna foto mientras huíamos de las olas que azotaban la arena.

Playa Vík í Mýrdal
Esto es lo único que pudimos ver de los famosos trolls de piedra, entre viento y lluvia torrencial en la Playa de Vík í Mýrdal

La visita fue rápida y tuvimos que volver corriendo a resguardarnos en la hamburguesería, donde no nos quedaba otra que picar algo y cenar allí porque era imposible desplazarnos a ningún sitio con la furgoneta.

Cenamos unas hamburguesas y nos quedamos en el local casi hasta la hora del cierre. Al salir seguía lloviendo a cantaros, así que simplemente movimos la furgoneta unos metros para no molestar y dormimos al “refugio” del edificio. Refugio por decir algo, porque el viento balanceaba la furgoneta como si fuera una cuna y el nivel del agua en las calles no dejaba de aumentar, llegué a pensar que nos despertaríamos con la furgoneta volcada o que el agua nos arrastraría.

Cuando el sueño me venció caí dormida y afortunadamente al día siguiente seguíamos en el mismo sitio y la situación climática se había calmado bastante, lo cual nos permitió seguir el recorrido hasta las lagunas glaciares.