Para contrastar con el día anterior, en que visitamos parte del Tokyo más moderno y conseguimos nuestro objetivo de realizar un Kame junto a Goku, decidimos visitar un Tokyo más tradicional, concretamente el barrio de Nippori, para acabar el día en una tradicional celebración del Fin de Año.

[31/12/2016]
¿Cómo celebran los japoneses la entrada en el año nuevo?
Todo comienza en la estación de Nippori, desde donde debéis tomar la salida Nordeste, hacia el cementerio Yanaka. A poca distancia, en seguida veréis carteles indicativos, se encuentra el Asakusa Sculpture Hall, es la antigua residencia de un escultor (de nombre Asakura), en la que se puede visitar tanto su obra como la propia casa. Lamentablemente la encontramos cerrada el día de nuestra visita 🙁


Vale la pena pasear por la zona, la cual está llena de templos y casitas bajas, lo que supone un gran contraste con las luces y los enormes centros comerciales que se encuentran a tan solo unas paradas de metro.

Pero ¡Ojo! Debéis tener en cuenta siempre el quedaros a ese lado de las vías del tren, ya que hacia el otro la ciudad se ha extendido con grandísimas avenidas y edificios altos, perdiendo todo su encanto. Nosotros nos desviamos hacia allí por indicaciones contradictorias del GPS y fue un gran error.
Además de pasear por el barrio de Nippori – Yanaka, debéis visitar el templo Nezu, no es muy grande pero es muy bonito, y tiene un encantador paseo de toris que seguro os llamará la atención 😉


De vuelta hacia la estación nos paramos en el parque Sudo, un coqueto parque con un lago y un pequeño santuario que nos pareció un sitio super relajante donde huir de todas las preocupaciones, un verdadero oasis de paz y tranquilidad en la zona entre Yanaka, Nezu y Sendagi.

Y, por último, otro sitio que nos os podéis perder es la calle Yanaka Ginza, principal calle comercial de la zona, con sus tiendecitas tradicionales y sus puestos de comida. Como fuimos en fecha tan señalada, estaba lleno de gente comprando la comida preparada que tenían encargada, para la cena o tal vez la comida de Año Nuevo, ya que, como pudimos comprobar más tarde, celebran la última noche del año de un modo muy distinto al nuestro.

Una vez de vuelta en la estación nos dirigimos hacia el mercado de Ameyoko, que se encuentra bajo la estación de Ueno, donde pretendíamos comer en algún puestecito. Pero estaba todo tan hasta los topes de gente y ya teníamos tanta hambre, que acabamos comiendo rápido en un kombini.

Paseamos un poco por el mercado que ya conocíamos y entramos en un Mode Off que se encuentra justo en una de las esquina, concretamente la dirección es 110-0005 Tokyo Ueno, Taito-ku, 4-2-3. Esto fue mi perdición jajaja, estuvimos un par de horas visitando sus múltiples plantas y comprándonos ropa, principalmente yo :p Y aquí, para quien le puede interesar, encontré algunas cosillas de Liz Lisa 😉
Al salir, como aún no era muy tarde, decidimos visitar la Tokyo Skytree, aunque más conocida como mirador, la torre fue creada cuando la Torre de Tokyo se quedo pequeña para dar una buena señal de televisión digital a toda la población. Aunque no subimos al mirador, ya que teníamos pensado ir al del Ayuntamiento, que es gratuito ;), sí vimos la iluminación del lugar y la pista de hielo que montan en su patio interior. Además, para aquellos fans de Ghibli, a los pies de la Torre hay una tienda oficial, con una gran variedad de productos.

Justo delante del Skytree hay un gran supermercado, así que aprovechamos para entrar y comprar un bento especial para año nuevo. Hay de un montón de tipos para todos los gustos y se agotan bastante rápido ya que mucha gente prefiere comprar estos bentos tradicionales a cocinarlos en casa y así se ahorran trabajo.
Volvimos a nuestro apartamento donde, tras una agradable ducha, nos preparamos para celebrar nuestro Fin de Año en Japón. Por lo que habíamos leído, tradicionalmente los japoneses van a celebrarlo al templo, aunque en Tokyo pensando en los turistas solían hacer una fiestas más “occidental” en la Torre de Tokyo, la cual tiene a sus pies un pequeño templo algo más moderno, y aquí pensábamos ir. Pero… menos mal que me dio por buscar información ese mismo día, resulta que la Torre se encontraba en obras y no celebrarían nada allí. Así que nos tocó replanificar nuestra noche hacia el templo Sensoji en Asakusa.
Llegamos y estaba no sólo lleno de gente, sino también de guardias cortando el tráfico de la calle justo enfrente y regulando la gente que estaba haciendo cola hacia el templo. Me explico, en la famosa calle Nakamise, que lleva desde la puerta Kaminarimon hasta el templo Sensoji, y que normalmente está repleta de tiendas, se estaba formando una cola y los negocios estaban cerrando, los que no lo habían hecho ya. De modo que los guardias iban controlando la gente que entraba en la misma y desalojando hacia las calles laterales a los despistados turistas que solo íbamos a pasear. Sabíamos que para los sintoistas era muy importante el Hatsumode, la primera visita del año al templo, pero no teníamos muy claro el porque de esa larga cola, más tarde lo descubriríamos.

De momento nos interesaba cenar y como Nekojita había comentado en uno de sus vídeos que el mejor Menchi Katsu de Tokyo se preparaba en Asakusa, nos fuimos directos a buscarlo. Igualmente informaros que aunque los puestos de la calle Nakamise están cerrados, alrededor del templo se colocan una gran diversidad de tenderetes, estilo matsuri (festival tradicional japonés) donde podéis encontrar una gran variedad de comida, dulces e incluso decoración especial de la época. Con decoración especial de la época me refiero principalmente a unos adornos florales que se colocan en las puertas para atraer los influjos positivos y la suerte a ese hogar, los hay de todas las formas y tamaños, y las flechas llamadas Hamaya, que se compra popularmente durante estas fechas a los niños para ahuyentar a los demonios.

Como decía, nos fuimos a comprar el famoso Menchi Katsu, obviamente no podemos comparar, pero la verdad es que estuvo riquísimo, nos encantó ^_^ Para ubicaros un poco, si vamos desde Kaminarimon hacia Sensoji por la calle del lado izquierdo, más o menos hacia la mitad veremos varios puestos de comida y bastante gente comprando, el puesto se encuentra casi al principio de la calle y es bastante fácil de encontrar.

Después de cenar nos fuimos hacia el templo y descubrimos el montón de comida buenísima que había allí también, pero no nos arrepentimos pues el Menchi Katsu vale mucho la pena probarlo.

Dimos una pequeña vuelta por el mercadillo y nos dispusimos a coger sitio al lado de la barrera que delimitaba la cola de gente que esperaba a que se abrieran las puertas del templo jajaja ¡¿suena muy épico, eh?! Pero en realidad es una simple cola kilométrica como tantas otras que les gusta hacer a los japoneses XD

Cuando faltaban un par de minutos para las 12 nos colocamos mirando hacia el templo, con ilusión, esperando que hubiera algo especial, algún tipo de celebración, ver tocar las 108 campanadas (que se tocan para renunciar a los 108 pecados humanos) o simplemente cualquier cosa que nos hiciera notar que ya habíamos entrado en el nuevo año. Sin embargo, tocadas las 12 en punto, los turistas gritamos feliz año, totalmente a destiempo ya que no había un reloj que indicara el momento exacto, ni una cuenta atrás generalizada, ni tan sólo la felicitación de un monje superior indicando que ya estábamos en el nuevo año. La más absoluta nada, nada más que esas felicitaciones desacordes de los pequeños grupos de turistas, esas caras de sorpresa cuestionándonos quien habría felicitado en ese momento exacto en el que el reloj da las 12.
Ya sabíamos que los japoneses no celebran el Fin de Año con grandes fiestas ni grandes cenas familiares, pero aún así nos sorprendió.

Abrieron silenciosamente las puertas del templo, y con riguroso orden y silencio los peregrinos fueron entrando a rendir su primer saludo a los dioses, o simplemente a cumplir rápidamente con su deber religioso, el llamado Hatsumode o primera visita al templo que se debe realizar durante los tres primeros días del año. Sin detenerse mucho, pues no hay que hacer esperar en exceso al resto de ciudadanos que se encontraban en la cola, los japoneses hacían su pequeña reverencia frente al altar y salían por las puertas laterales.
¿Y las famosas 108 campanadas? Nos preguntamos. Nosotros que estamos acostumbrados a nuestras 12 y pensamos que 108 debería llevar mucho tiempo, nosotros acostumbrados a la fiesta, el jolgorio y los fuegos artificiales, nos encontramos con una sociedad tranquila, que simplemente paseaba por los mercadillos como si fuera un día cualquiera.

Cuando ya había pasado unos 10 minutos de las 12 empezamos a oír unas campanas, seguimos el sonido hasta un pequeño altar a uno de los laterales del templo, allí se encontraba la famosa campana que se tocaría las 108 veces. Pero no os penséis que se tocan así a lo loco, 1, 2, 3… sino que va subiendo una persona tras otra, recita el pecado del que se quiere deshacer (o eso pensamos) y toca la campana, llevando unos cuantos minutos todo el proceso. Así que, viendo que lo de las 108 iba a ser bastante largo y, con perdón y sin ánimo de ofender, bastante aburrido, dimos un pequeño paseo por el mercadillo y nos dirigimos de vuelta al metro.
De camino al metro nos sorprendió enormemente lo larga que era la cola, no solo ocupaba la calle perpendicular que discurre frente al Kaminarimon, sino que la atravesaba y seguía hasta donde llegaba nuestra vista 😮 ¿Cuántas está esta gente haciendo cola a esas horas de la noche para pasar por delante del altar? ¡Qué fiestón! :p

Está claro que todo son costumbres y hábitos sociales, todas ellas totalmente respetables y no me arrepiento para nada de haber vivido esta experiencia. Pero… bueno, personalmente no sentí que hubiera acabado un año, no sentí que hubiera un cambio, y, repito personalmente, me gustó muchísimo más la celebración por todo lo alto que vivimos en Londres. Aunque, para gustos colores, Pere no disfrutó tanto la fiesta londinense, principalmente por la aglomeración de gente.