Aunque se trataba de un viaje de mercadillos navideños, en el que empecé por la gran ciudad de Estrasburgo para ir pasando por pueblos más pequeños, al buscar información sobre sitios que visitar, vi que también había un campo de concentración. Cuando voy a Alemania suelo visitar las campos de concentración, pues por un lado es una gran fuente histórica y por otro una lección que no debemos olvidar como sociedad, así que al ver que había uno en mi recorrido no dudé en apuntarlo en el planning.

[10/12/2018]
Descubriendo el Campo de concentración de Struthof-Natzweiler
El campo de concentración de Struthof-Natzweiler está ubicado en la cima de una montaña, así que la carretera para acceder a él, como os podéis imaginar, es estrecha y empinada lo cual me provocó cierto reparo pero…¡Ya estaba allí! Así que sin prisa pero sin pausa llegué al aparcamiento correspondiente.
El día amaneció nublado y amenazaba con nevar, sobretodo a esas alturas, así que me dispuso a iniciar la visita rápido, no quería tener que bajar una carretera de montaña cubierta de nieve. ¡Si ni siquiera he conducido nunca sobre nieve!
La primera parte de la visita es un museo en el interior del edificio de recepción, en él se explica la historia del campo de concentración y de su ubicación.

La visita continua en el campo de concentración propiamente dicho, se accede a él a través de la gran barrera de entrada y podemos visitar los diferentes barracones, en el interior de los cuales hay paneles explicativos.

No es el campo de concentración más impactante de los que he visitado pero sí donde las condiciones geográficas eran más duras. Al estar en una montaña todos los barracones se encuentran en cuesta, para ir de un lado a otro hay que utilizar unas empinadas escaleras. Por lo visto, uno de los castigos a los presos era ese, subir y bajar las cuestas, mal alimentados, cansados de trabajar y bajo la nieve y el frio invernal, muchos morían simplemente del esfuerzo.

A pocos metros, descendiendo un poco el monte a través de un agradable paseo formado entre la vegetación, podemos acceder al antiguo crematorio, una caseta muy coqueta si no supiéramos su finalidad.

Cerca de dicho campo hay una estación de esquí y, sí no fuera por la repudiable utilización como campo de concentración nazi, sería un lugar muy bonito para ir a pasear y disfrutar de las vistas.
Al acabar la visita ya era cerca del mediodía y comenzaban a caer pequeños copos de nieve, así que cogí el coche y me dirigí a Obernai para comer.
El pueblo amurallado de Obernai
El pueblo de Obernai se encuentra a una media hora conduciendo, al llegar vi las indicaciones de un enorme aparcamiento donde pude dejar el coche sin problemas.
Justo enfrente del mismo se encuentra la muralla con su puerta de entrada, a través de la cual se accede a una plaza con un coqueto mercadillo con mucho encanto, me ganó desde ese primer momento. Para mi tienen un encanto especial estos pueblos amurallados con su mercado, como si volviéramos atrás en el tiempo y estuviéramos en la Edad Media, solo que con una mejor situación social jeje.

Desde el mismo, siguiendo los indicadores, llegué a otra plaza con un bonito árbol navideño, y donde pude degustar uno de los delicatessen de esta zona, el queso Munster. La verdad es que no soy una gran aficionada al queso, sin embargo este me encantó, normalmente lo funden en el horno sobre un trozo de barra de pan y esta riquísimo.

Desde allí me dirigí a la última plaza y di una pequeña vuelta por el pueblo. Al ser entre semana la cosa estaba bastante tranquila, ya que hasta que la gente no sale de trabajar los mercadillos no se animan. Lo bueno es que así puedes pasear y ver las cosas tranquilamente sin aglomeraciones.

Como aún tenía tiempo decidí dirigirme a otro pueblecito
El coqueto pueblo de Riquewihr
Riquewihr se encuentra a una media horita en coche desde Obernai. Al ir acercándome vi que la gente aparcaba el coche en un camino de tierra justo antes de entrar en el pueblo, así que allí dejé el mío, no me pareció el mejor sitio pero allí donde fueres haz lo que vieres.
El pueblo es bastante pequeñito, así que desde donde dejé el coche a los mercadillos no habría más de 5 minutos.
Riquewihr destaca por su calle empinada donde se encuentran la mayoría de puestecitos y las tiendas de productos tradicionales, donde decidí comprar dos piezas de queso Munster para llevar a casa. Aconsejo comprarlo aquí ya que es el sitio donde más económicos los encontré.

No es pueblo que llame especialmente la atención por nada, pero si estáis por la zona bien vale una visita.

Tras la visita por el pueblo me dirigí hacia el coche, ya que aún me quedaba una hora de camino hasta el hotel, y las calles para llegar a estos pueblitos no son precisamente autovías jeje. Al recoger el coche ya era de noche, y confirmé mi opinión de que no era el mejor sitio para aparcar, al no ver por donde pisaba me puse barro hasta las cejas jajaja, pero bueno, nada que no se sacuda cuando se seca jeje.
Llegué a mi última noche en el hotel de Estrasburgo, al día siguiente me dirigiría a Colmar, pasando por un bonito castillo.