Vale, este viaje fue algo más que mercadillo navideños, además del campo de concentración del día anterior visité un bonito castillo. ¡Si es que los castillos me pierden!

[11/12/2018]
Imprescindible visita al Castillo medieval de Haut-Koenigsbourg
El Castillo de Haut-Koenigsbourg se encuentra a medio camino entre Estrasburgo y Colmar, el que sería mi siguiente destino, así que siendo como soy una amante de los castillos no podía dejar de visitarlo.

La elevada situación del castillo real hizo que durante mucho tiempo fuera un gran punto de vigilancia y defensa del valle de Alsacia, por lo que las familias que lo poseían tenían un gran control sobre el comercio, hasta que la Guerra de los Treinta Años lo dejó totalmente destrozado. Durante el Siglo XX se procedió a su reconstrucción y se declaró Palacio Nacional.

La visita al castillo es bastante larga y se le pueden dedicar perfectamente algo más de dos horas. Para acceder al castillo existe un autobús lanzadera desde Sélestat, pero id atentos a los horarios, ya que en invierno sólo funciona los fines de semana y festivos.

El castillo se encuentra en Sélestat, así que no perdía nada parándome un ratito en el pueblo, o eso pensaba. No vale la pena que os paréis, la verdad es que no encontré ni un par de tristes puestos navideños, ni ningún edificio o plaza que me llamara la atención, así que considero que mejor seguir hacia el siguiente destino.

Eguisheim, pueblo de callejones mágicos
Eguisheim se encuentra a 15 minutos en coche de Colmar, donde iba a pasar esa noche, así que se puede decir que me venía de paso.
Pero este pueblo, a diferencia de Sélestat, sí que me encandiló. Dispone de un par de zonas de aparcamiento a las afueras del pueblo, es decir, a unos 5 minutos caminando porque el pueblo es pequeño.
El pequeño mercadillo prácticamente se ubica en una sola plaza pero no es ese el encanto del lugar, sino todas las pequeñas callejuelas que en formar de laberinto circular lo recorren. Perderse por sus calles, disfrutar de los pequeños comercios artesanales escondidos en cada rincón, de la pequeña decoración de las casas particulares, una delicia para los sentidos donde pasar unas horas de relax y desconexión.

Desde allí me dirigí hacia mi alojamiento en Colmar, en este caso un apartamento de Airbnb, por lo que quedé con el propietario para la entrada, un español muy simpático que emigró hace años a Francia en busca de trabajo.

Esa noche llegaban Dani y Eli, para compartir mi segunda parte del viaje, así que fuí a recogerlos a la estación de tren de Colmar con la intención de visitar tarde-noche los mercadillos navideños de la ciudad. Para nuestra sorpresa se encontraba todo cerrado, al llegar al alojamiento nos enteramos del atentado en el mercadillo de Estrasburgo, así que imaginamos que ese fue el motivo de encontrarlos cerrados en Colmar tan pronto.
