Al ser mi primer viaje sola, aunque lo disfruté mucho, me estresó el hecho de conducir y seguir el GPS sin conocer las carreteras, así que agradecí tener compañía y relajarme unos días. Dejando atrás mi soledad y mis castillos, comenzamos el día en Colmar, donde habíamos pasado la noche.

[12/10/2018]
La ciudad francesa de Colmar
Tras el atentado de Estrasburgo y sin que hubieran atrapado al responsable, nos daba un poco de miedo estar en aglomeraciones, por lo que decidimos ir al mercadillo navideño de Colmar durante las primeras horas del día, cuando la cosa está tranquila, para retirarnos al mediodía, cuando comienza a haber más gente.
Aparcamos en el Parking Dreyfus, muy cerca de la estación de Colmar, y a unos 20 minutos caminando del centro. Es un parking muy grande, por lo que seguro que encontraréis sitio, y gratuito.
Colmar es una visita imprescindible por tratarse de la ciudad capital del departamento del Alto Rin, pero en realidad no llamó mucho nuestra atención. Digamos que al ser una ciudad pierde ese encanto francés de los pueblecitos pequeños.

Visitamos los 4 mercadillos, es decir, las 4 plazas con puestecitos navideños, que, tal vez por el miedo que teníamos en el cuerpo por los atentados de la noche anterior, no llegaron a encantarnos.

Cabe destacar la zona de la Petite Venise, una zona similar a la Petite France de Estrasburgo, rodeada de canales y viviendas de arquitectura tradicional que, aunque pequeña, vale mucho la pena.
Mulhouse nos decepcionó
Nuestro siguiente destino fue la ciudad de Mulhouse, donde encontramos fácil y rápido aparcamiento en unas de sus calles. Imagino que al haber visitado ya diversas zonas de Alemania en navidad hace que seamos más exigentes, pero la verdad es que nos decepcionó. Habíamos leido grandes elogios de esta ciudad, pero no llamó especialmente nuestra atención.

Atravesamos la típica calle comercial peatonal y llegamos a la plaza de la Catedral, sí, una lujosa plaza con su noria cara a cara frente al imponente monumento por el que adquiere su nombre la plaza. Pero para nuestro gusto le faltaba algo de ambiente, de decoración o simplemente de mayor extensión.
Comimos por allí y nos dirigimos a nuestro siguiente destino, éste sí acertado, Kayserberg.
Kaysersberg, pueblecito de cuento de navidad
Lo encontramos por casualidad buscando el mismo día por internet y, sin duda, fue el gran descubrimiento del viaje. Un pueblo que desprende ambiente navideño en cada rincón, no destaca especialmente por su mercadillo pero si por lo entrañable de sus tiendas y sus callejones con encanto.

Un río lo bordea, dándole un halo romántico, y cada rincón de sus calles tiene pequeñas decoraciones en las que no puedes evitar pararte a apreciarlas.

Si no tenéis mucho tiempo yo descartaría otras visitas para incluir este encantador pueblo en el itinerario. En cuanto al aparcamiento no hay que preocuparse ya que habilitan uno a la entrada del pueblo que es más que suficiente.

Acabamos el día durmiendo en Colmar para el día siguiente cambiar de país, a Suiza, concretamente Basilea.