Tras un estupendo día en la relajante isla de Miyajima, donde me quedé con el mono de alimentar a los ciervos (nos dijeron que allí no se podía) al final podría hacerlo en el Parque Natural de Nara. Además, de vuelta a Kyoto, aprovechamos para detenernos en Fushimi Inari para contemplar sus innumerables Toris.

Los insaciables ciervos del Parque de Nara
Para llegar a Nara se debe coger un tren rápido Miyakoji, que sale cada
30 minutos de la estación de Kyoto y tarda 45 minutos en llegar. Este
tren también está incluido en la JR Pass (como podéis observar se
amortiza el precio pagado).


Por Internet encontrareis mil templos que visitar, recorridos y demás, pero realmente mi consejo es dejarse llevar, pasear libremente, mirar los indicadores e ir hacía donde el cuerpo te pida, pues el parque es tan espectacular que te embriagará al instante.Encontramos diversos templos inmersos en la naturaleza, unos más grandes, otros más pequeños, pero todos con su encanto, además de antiguos farolillos, algún que otro bar tradicional y por supuesto, cómo no, los ciervos sica, los cuales sin lugar a dudas son los verdaderos protagonistas.Los ciervos, que son considerados mensajeros de los dioses en la religión sintoista, campan a su aire por todo el parque; se les puede tocar y dar de comer -en las tiendas suelen vender unas galletas aposta que les encantan- pero id con cuidado que se emocionan y vienen todo en manada a por sus chuches, y no es lo mismo tener 8 gatitos a tu alrededor q 8 enormes ciervos, aunque sean muy mansos te sientes un poco acorrolado jejeje.


Los otros templos adyacentes al Parque de Nara son el Kofuku-ji y el Kasuga-taisha.
Kofuku-ji
No entramos en su interior por falta de tiempo, aunque paseamos por su alrededor donde pudimos contemplar su imponente pagoda de 5 pisos. Horario: de 9:00 a 17:30; entrada: 600¥ más entrada suplementaria de 800¥ para ver el tesoro.

Kasuga-taisha
Cuenta con un precioso camino hacia el templo delimitado por múltiples linternas de piedra (Toro). Horario: 6:00 a 18:00 en verano y de 06:30 a 17:30 en invierno; entrada gratuita al templo, pero se paga entrada en el santuario principal (500¥) y en el jardín botánico (500¥)).

Casa-museo Naramachi Koshi-no-ie
Cuando ya consideramos que era hora de decir adiós al retiro espiritual, nos dirigimos hacia una casa-museo localizada entre las callecitas residenciales de Nara, se trata de Naramachi Koshi-no-ie, una antigua residencia japonesa en la que podemos ver como se desarrollaba la vida tradicionalmente, y de forma gratuita. Está bastante bien indicado, por lo que no tiene pérdida.


Los incontables Toris de Fushimi Inari
Tras adentramos en el Japón antiguo volvimos de nuevo a la actualidad, y cogimos el tren de vuelta a Kyoto para dirigirnos a Fushimi Inari, el cual se encuentra en la misma dirección que Nara, pero dado que el expreso no para en esta estación, lo más recomendable es llegar a Kyoto y coger tren local hasta Inari, son 2 paradas (unos 5 minutos).

Si bien es cierto que en Fushimi Inari hay pequeños santuarios abiertos durante el día, no importa ir una vez ya cerrados pues lo realmente destacable es la innumerable hilera de toris que suben la montaña, los cuales tienen inscripciones de quienes los donaron.


Tras una pequeño paseo por la zona regresamos a nuestro hotel, para cenar y preparar la maleta para nuestro último día en Kyoto, en el que disfrutaríamos de una interensantísima visita guiada al Palacio Imperial de Kyoto.