Tras la magia de Brujas, y con ganas de volver algún día, nos tocaba descubrir la capital de Bélgica y centro de la burocracia europea. Una ciudad que no tiene grandes alabanzas entre los viajeros, pero que descubrimos que visitarla en Navidad es todo un acierto y disfrutamos muchísimo de sus mercadillos navideños.
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El espíritu navideño en la Grand Place de Bruselas |
8/12/2014
Descubriendo Bruselas
A las 11 de la mañana habíamos reservado un tour con Sandeman’s que comenzaba en la Grand Place, así que de camino hacía allí fuimos descubriendo las calles de esta imponente ciudad, con la sorpresa de encontrarnos un dibujo de cómic en cualquier esquina. Y es que Bélgica es cuna de muchos cómics conocidos e importantes, Tín Tín, Asterix y Obelix, El pequeño Spirou, Lucky Luke y muchos más.
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Tin Tin en pleno centro de Bruselas |
Además, justo antes de iniciar el recorrido, aprovechamos para visitar el famoso Manneken Pis, hay multitud de leyendas sobre el origen del niño orinando, cuál de ellas escuchemos o nos cuenten es lo menos importante, porque al final se ha convertido en un símbolo de la ciudad, hasta el punto que según la época se le disfraza de diferentes cosas, ya sea de jugador de un determinado equipo de fútbol, como de Papá Noel, o de cualquier otro personaje. Personalmente pienso que, obviamente hay que verlo, pero que tampoco es nada del otro mundo.
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Manneken Pis |
Así que comenzamos nuestro tour en la Grand Place, el guía comenzó contándonos la historia de la ciudad y de los edificios que envuelven la plaza, para continuar por la famosa estatua de Everard, se trata de un hombre tumbado con aspecto malherido, la leyenda dice que fue un héroe que murió por defender a la ciudad, se encuentra en la salida de la plaza hacia la calle Charles Buls y hay que tocarla para tener suerte 😉 Seguimos recorriendo los lugares icónicos de la ciudad, como el Manneken Pis, la plaza de la bolsa, la de la moneda, las galerías comerciales cubiertas,… acompañados por supuesto de su correspondiente explicación. Para acabar en el Monte de las Artes, donde se encuentran una gran variedad de museos relacionados con todas las artes, desde música a pintura, aquí es donde se encuentra el famoso museo Magritte, del que hablaremos más adelante.
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Ya es Navidad en Galeries Royales St. Hubert |
Al acabar el recorrido estábamos hambrientos y yo me emperré en que quería probar una de las famosas Mitraillette, pensamos que por la zona más céntrica sería más fácil encontrar un sitio donde comerlas, sobretodo porque nos coincidió con un día de huelga y muchas cosas estaban cerradas. Así que nos dirigimos hacia la parte baja de la ciudad pero, como no, nos perdimos un poquito, aunque al final lo conseguimos y entramos en un local llamado Belgian Frit’n Toast, situado entre la Grand Place y la estación central.
Después de comer ya tocaba ir a visitar el mercadillo navideño, no olvidemos que ese era el motivo principal de nuestro viaje ^_^ La verdad es que Bruselas se viste de gala en Navidad y no se limita a tener una pequeña plaza con tenderetes, sino que va desde la Place Bourse hasta la Place Monnaie, realizando un recorrido circular por diferentes calles y plazas, todas ellas llenas de decoración, de comida especial para la ocasión y atracciones varias. Por ejemplo, en la Place Ste. Catherine nos llamó mucho la atención un tío vivo formado por seres extraños, como si fueran creaciones de un científico loco. Además, podréis disfrutar de un maravilloso desfile navideño (la Parade de Noël) si hacéis coincidir vuestras fechas al planear la escapada.
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El bizarro tiovivo de la Place Ste. Catherine |
La verdad es que todo en su conjunto crea un ambiente mágico, que le da mucha vida a la ciudad, y la decoración es tan bonita que me quedaría todo el día paseando por sus calles.
Dimos la vuelta entera y regresamos a la Grand Place donde, cada día a partir de la 17:00, hay un espectáculo de música y luces impresionante, de una majestuosidad inigualable, que se repite cada hora.
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Juego de luces en Grand Place |
Una vez acabado el espectáculo, compramos un gofre con chocolate y fresas riquísimo, para cenar, ya que es otra de las especialidades del lugar, y volvimos a nuestro apartamento para dormir bien tapaditos, que hacía un poquito de frío esos días.
9/10/2014
Atomium y Museo Magritte
Lo primero que nos tocaba hacer este día era visitar el famoso Atomium. Habíamos leído opiniones contradictorias sobre él, pero claro, ir hasta Bruselas y no visitarlo también nos parecía un sacrilegio, así que hacia allí nos dirigimos. Se tarda en llegar unos 40 minutos con el tranvía número 51.
En lo que sí coincidían todas las opiniones era en que no valía la pena subir, así que no lo hicimos, pero sí paseamos por el Parque Laeken en el que se encuentra la famosa estructura. El parque es bonito, tiene un pequeño lago y bonitos paseos entre los árboles, pero tampoco es que sea nada del otro mundo, y el propio Atomium… bueno, imagino que hay que verlo, pero sinceramente, para mi humilde opinión, tampoco me llamó especialmente la atención.
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Atomium |
Al salir de allí nos fuimos directos al museo Magritte, nos costó un poco localizar la entrada ya que no es exclusiva de este museo sino que tienen una misma entrada conjunta para varios, pero bueno, siguiendo las indicaciones al final se llega 😉 A nosotros personalmente nos encanta este tipo de pintura, así que disfrutamos mucho de la visita, aunque echamos en falta algunas obras importantes como por ejemplo Ceci n’est pas una pipe, que están repartidas por el mundo en otros grandes museos.
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Vista de los Jardines de Albertine desde el Monte de las Artes |
Tras nuestra visita al museo nos fuimos a comer otra Mitraillette, pues era el último día y no queríamos dejar de disfrutar de uno de los grandes manjares de esta ciudad. En esta ocasión la comimos en Fritland, ubicado en una esquina de la place Bourse, del que habíamos oído muy buenas recomendaciones y no nos defraudó en absoluto, estuvo muchísimo más bueno que el día anterior. El local no tiene grandes lujos, se trata de un bareto-franquicia en el que pides en la barra y buscas donde sentarte, principalmente fuera porque en el interior hay poco espacio, pero no les hace falta más porque siempre está lleno a reventar.
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Las suculentas Mitraillettes de Fritland |
Con la barriga tan llena que casi no nos podíamos mover paseamos tranquilamente por el mercadillo navideño, dando nuevamente la vuelta en forma circular y disfrutando de otros espectáculos visuales como el que tiene lugar en la propia Place de Bourse, donde un Papá Noel vuela por la fachada de la iglesia situada en la plaza, o el Electrabel Nights – The Ice Cathedral en la Plaza Sainte Catherine, que simula una catedral de hielo con diferentes efectos de luz y sonido.
En nuestro visita guiada nos habían comentado que, si bien el Manneken Pis es la figura más representativa de la ciudad, también hay la escultura de una niña orinando (Jeanneke Pis), aunque la tienen un poco más escondida y no se enorgullecen tanto de ella. La encontramos en una pequeña callejuela que da a la Rue des Bouchers, que es la típica calle repleta de restaurantes, sola, con poca iluminación y abandonada de las cámaras de los turistas. También nos dijeron que hay la versión perruna, pero ya pasamos de buscarla.
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Jeanneke Pis, la versión femenina |
No nos podíamos ir de la ciudad sin probar la pista de hielo, famosa en cualquier mercadillo navideño que se precie, así que cuando pudimos empezar a caminar sin sentir el estómago pesadísimo jajaja, nos fuimos a quemar más calorías 😉 La pista de hielo cuesta 7€ y está ubicada en la Place de la Monnaie. No es especialmente grande, no tiene un bar en medio ni la tradición de los patinadores de Hamburgo, ni la elegancia de la de Winter Wonderland en Londres, pero aún así, siempre vale la pena entrar y pasar un rato divertido, sobre todo para personas como nosotros, que en Mallorca ponen en Navidad una pista ridículamente pequeña y que parece plástico en vez de hielo ¬_¬
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Divertida caída en la pista de hielo de Place Monnaie |
Así que, como en ocasiones anteriores, disfrutamos y reímos mucho ^_^ obviamente con alguna inevitable caída :p Bajamos, con esa sensación extraña que se te queda en los pies al quitarte los patines, y nos fuimos a ver de nuevo y por última vez el magnífico espectáculo de la Grand Place.
Finalmente nos fuimos despidiendo, en el camino de vuelta al apartamento, de esa gran ciudad, de los espectáculos y, sobretodo, del impresionante mercadillo navideño.
En resumen, visitar Bélgica es una escapada ideal para estas fechas navideñas, por muy poco dinero se puede disfrutar de la magia de la época, cosa que no es posible en nuestra isla, donde poco se nota el ambiente navideño -aparte de en algún famoso centro comercial-.
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- Frankfurt y sus mercadillos navideño [diciembre 2015]
- Navidad en la ciudad medieval de Heidelberg [diciembre 2015]