Tras un pequeño Kit Kat en la ciudad de Munich, seguimos visitando castillos, ya que este era el propósito del viaje ¡Me encantan los castillos!

[25/09/2016]
El curioso Castillo de Lichtenstein
El castillo de Lichstenstein, el cual fue durante mucho tiempo la residencia de los duques de Urach, se encuentra pegado a un acantilado y tiene una curiosa forma alargada. No es que sea el castillo más guapo del viaje, pero sí es cierto que su estructura llama mucho la atención, además tiene una gran colección de armas y armaduras.Recomiendo hacer la visita guiada para profundizar más en la historia del castillo y disfrutarlo en su totalidad.

El castillo no es muy grande, por lo que la visita es corta y nos dirigimos al segundo castillo del día, que para mi fue mucho más interesante.
Sobre la montaña observamos el Castillo medieval de Hohenzollern
Ya cuando nos íbamos acercando veíamos en la cima de la montaña un enorme castillo fortificado, el Castillo de Hohenzollern nos enamoró incluso antes de llegar a sus puertas. Hay tres aparcamiento bastante grandes en las cuestas que suben la montaña, desde ellos hay que subir por una cuesta bastante empinada, durante unos 15 minutos andando rápido, hasta las puertas del castillo.

Allí mismo se puede comprar una visita guiada, que era mi intención, pero fue una pena que justo ese día no hicieran, así que tuvimos que visitarlo por nuestra cuenta.

El castillo es un gran recinto medieval amurallado formado por diferentes estancias donde la dinastía Hohenzollern disfrutaba de grandes lujos sin tener que salir de sus murallas, las cuales, dicho sea de paso, se encuentran en perfecto estado.

Se accede al recinto a través del típico puente que se baja para atravesar el foso. A día de hoy podemos visitar, además de sus murallas y sus bastiones, desde los que disfrutamos de unas estupendas vistas, sus dos capillas y su palacio-castillo, donde encontraremos las dependencias privadas de los condes y las diferentes dependencias como la sala de fiestas o la armería.

Aunque hay que reconocer que lo único auténticamente medieval es la capilla de San Miguel, ya que el resto de edificios fueron derribados tras la Guerra de los Treinta Años y posteriormente reconstruidos. Aún así es un castillo totalmente recomendable donde poder pasar unas cuantas horas en su interior, dispone de restaurante, imaginamos que a un precio bastante elevado, pero en el patio interior también hay mesas y bancos donde podréis comer vuestros propios bocatas y disfrutar de un banquete en el castillo a un precio mucho más asequible.

La visita bien puede durar unas 3 o 4 horas, así que al acabar, como nos encontrábamos a unas 3 horas de nuestro alojamiento, tomamos el camino de vuelta para nuestra última noche en Baviera. Al día siguiente tocaba afrontar un período más crudo de Alemania, los campos de concentración.