De la “fiesta” de Nochevieja a la celebración del Año Nuevo, con nuestro particular Hatsumode en la visita al templo en el interior del Ushiku Daibutsu, o Buda gigante de Ushiku.

[01/01/2017]
Comenzamos el año visitando el Buda gigante de Ushiku
La tradición sintoista manda que durante los 3 primeros días del año debes realizar la primera visita al templo y como allí donde fueres haz lo que vieres, no quisimos perdernos esta singular experiencia.
Habíamos leído que se formaban colas interminables para entrar a los templos, nos bastó como ejemplo las largas colas que presenciamos en el Templo Senso-ji, así que decidimos irnos algo más lejos, donde la aglomeración de gente fuera menor. Así decidimos que nuestra visita el primer día del año 2017 y nuestro Hatsumode sería en Ushiku Daibutsu.
Para llegar desde Tokyo a la parada de Ushiku os recomiendo que utilicéis la app de Hyperdia; el trayecto dura algo más de una hora, una vez en la estación tomáis la salida este y bajando unas escaleras encontraréis la estación de autobuses, de la parada núm. 1 parte el autobús número 2, aseguraros que sea el que tiene como destino el centro comercial de Ami Premium Outlets (あみプレミアム・アウトレット), pues la parada anterior al centro es la del Buda de Ushiku. Sino si pedís al conductor si va al Daibutsu seguro que os sabrá contestar sí o no 😉 El trayecto en autobús dura unos 30 minutos, y si queréis podéis ir andando desde al Buda al Outlet en un paseo de unos 20 minutos.
El Ushiku Daibutsu abre diariamente de 9:30 a 16:00, debéis tener en cuenta que el último bus que sale del Buda hacia la estación es a las 16:00, por lo que no lo debéis perder.

Aunque la parada en la que hay que bajar lleva por nombre Ushiku Daibutsu, un par de paradas antes ya se ve la enorme estatua surgir de entre las explanadas de campo, por lo que se nos creó la duda de en qué parada bajar, pero los pasajeros del bus nos ayudaron muy amablemente.
Llegamos y entramos en el recinto rodeado de un ambiente totalmente festivo, multitud de gente celebrando el año nuevo entre tenderetes de diversos tipos y un escenario donde durante el día fueron representando danzas tradicionales.

Pero lo primero era lo primero, así que tomamos el camino hacia el Buda, para ello entramos por un portal de madera que nos llevaría al camino principal hacia el Buda, donde se encuentra una campana que podemos tocar si queremos alejar los malos augurios del año, y pensé “que por mi no quede”.
Una vez tocada la campana seguimos nuestro recorrido, obviamente parándonos a hacer mil fotos con el imponente Buda de 120 metros (100 metros de la propia estatua). Personalmente creo que el hecho de que esté en medio de la nada, sin grandes edificios sino únicamente rodeado de campo y casas bajas, aún da la sensación de que es más grande de lo que realmente es. La verdad es que quedamos realmente impresionados con su tamaño, desde la primera vez que lo vi en el bus me pareció como un ser sobrenatural que en cualquier momento se pudiera poner a andar.


La entrada se encuentra en la parte posterior del edificio, y en su interior podemos ver la historia de su construcción y de su trayectoria a lo largo de estos años, un modelo a tamaño real de un dedo del pie del Buda y podemos salir a la terraza para ver tanto las vistas desde las alturas como el semblante de la estatua mucho más de cerca.

Pero, no nos olvidemos, dijimos que también era un templo, así que en la parte superior hay una sala rodeada de 3000 pequeños budas de oro y un pequeño altar donde se celebran los rituales religiosos. Además había una pequeña zona donde las familias podían escribir kanjis con plumas tradicionales.


Si no nos equivocamos, se puede subir con un ascensor hasta la parte más alta del Buda, pero al ser día especial festivo e, imagino, para evitar las aglomeraciones de gente, ese día se encontraba cerrado. ¿Habrá que volver? No me importaría :p

Tras el momento espiritual volvimos a tocar con los pies en la tierra, con sus necesidades mundanas como el hambre. La verdad es que llevábamos sushi comprado del kombini por si no encontrábamos nada, pero… ¡allí todo tenía pintaca! Así que no pude resistirme a comprar un Okonomiyaki que estuvo para chuparse los dedos mmm…..

¿Qué mejor comida de Año Nuevo? Un delicioso okonomiyaki en el jardín a los pies del Ushiku Daibutsu en un día soleado. La única pena es que al ser invierno no había flores, porque por lo que vimos, en primavera está lleno de flores de múltiples colores formando un arco iris de pétalos luminosos.

En resumen, recomiendo encarecidamente una visita a Ushiku Daibutsu, aunque entiendo que en una primer visita a Japón pueda no haber tiempo, pero si vais muchos días o si ya estáis planeando vuestro segundo viaje, lo deberíais visitar, estoy segura que os encantará.
Nosotros, tras tomarnos las fotos de rigor, disfrutar del sol y del espectáculo del escenario montado para la ocasión, nos dirigimos al autobús para emprender el camino de vuelta al centro de Tokyo.Pensamos que sería una buena idea visitar el llamado Templo Geek de Tokyo, llamado así porque venden un amuleto para proteger tu ordenador frente a los virus. Su nombre real es Kanda Myojin y, como no podía ser de otra manera, se encuentra a unos 10 minutos andando del centro neurálgico de Akihabara. En general, por lo que hemos leído, es un templo bastante tranquilo que no suele visitar demasiada gente, por lo que pensamos que no habría mucha gente. ¡Craso error! La cola era larguísima y había tantísima gente que no veías ni las paredes del templo. En el siguiente viaje tendremos que ir, que sobretodo Pere se quedó con las ganas.

Una cosa que nos llamó especialmente la atención fue las largas colas que se forman en las tiendas para comprar las bolsas de la suerte de Año Nuevo (Fukubukuro). La verdad es que en ese momento no veíamos más que gente comprando bolsas sorpresa, ya que en la mayoría de casos compras la bolsa sin saber que habrá dentro, unos días después descubrimos que en muchas ocasiones las bolsas contienen productos caros y exclusivos a un precio muy rebajado, por eso motivo se forman esas largas colas. Lástima que nos enteráramos un poco tarde.
Pero como mi sed de Navidad es insaciable el pobre Pere me siguió hasta el maravilloso jardín azul, el Ao no Doukutsu que, como indicamos, se encuentra en la zona de Shibuya, justo a la entrada del parque Yoyogi.

El propio camino hasta allí está enmarcado por un paseo de árboles con luces azules y al llegar es como adentrarse en un pequeño firmamento de luces azules, como aislarse en un mar de luces y, como no podía ser de otra manera, un photo spot para inmortalizar el momento 😉

Ya comenzaba a ser bien tarde, así que fuimos a cenar a nuestra coqueto apartamento donde nos esperaba el bento que habíamos comprado el día anterior. Y a reponer fuerzas para… ¡visitar al mismísimo emperador! 😮