
[22/09/2016]
El Palacio de Linderhof y la devoción de Luis II por Wagner
El palacio de Linderhof abre todos los días del año, salvo en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año nuevo, en horario de 9:00 a 16:00 de octubre a marzo y de 9:00 a 18:00 de abril a septiembre. El coste de la entrada es de 8,50€ e incluye visita guiada al palacio de unos 30 minutos más visita por libre a los jardines.
La belleza del palacio Linderhof no tiene nada que envidiar al castillo de Neuschwanstein, si bien es cierto que es más pequeño y estaba concebido como palacio de recreo, no escatima en lujos y en decoración.

Originariamente había una pequeña casa en un coto de caza donde Luis II de Baviera acompañaba a su padre de pequeño. Pero el apodado Rey Loco mandó derruir dicha casa y construir su palacio, una maravilla de la arquitectura claramente influenciado por el Palacio de Versalles. Y, para mi gusto, unas estancias muy acogedoras, aunque a la mayoría de la gente le pueda parecer recargado, a mi me encanta su estilo y, de entre todos los castillos que visité, diría que este sería mi elegido para vivir.

Sus jardines no dejan nada que desmerecer, no solo son enormes sino que además albergan unos espacios únicos. Luis II de Baviera era un ferviente admirador de Wagner, fue su mecenas y…. personalmente diría que algo más, por lo que quiso recrear diversas escenas de sus óperas. Por ello podemos encontrar en los jardines del palacio de Linderhof, la Gruta de Venus, de la ópera Tannhäuser, la choza de hunding, de la ópera La Valquiria, donde Luis II gozaba de largas tardes de lectura, y la Ermita de Gurnemanz, de la ópera Parsifal. Aunque hemos comentado que la visita a los jardines es por libre, a la entrada de la Gruta se debe hacer cola y entrar en grupo acompañado, para evitar el deterioro del lugar.

Tanto pasear por el palacio como por sus jardines es una delicia que no podéis dejar escapar si visitáis la zona.

Oberammergau, el pueblo con fachadas de cuento
Y al acabar la visita, otro imprescindible, en este caso el pueblo de Oberammergau, literalmente un pueblo de cuento ya que muchas de sus fachadas están pintadas con dibujos representando cuentos tradicionales, como por ejemplo los tres cerditos.

Aunque esperaba que hubiera más fachadas pintadas, ya que el pueblo es famoso por ello, estando tan cerca (a unos 15 minutos del palacio) vale la pena acercarse a hacer una visita. Eso sí, aviso que las fachadas más bonitas, las que veréis por internet, son las 4 o 5 que hay en la carretera de entrada al pueblo, dentro del mismo hay alguna más, aunque pocas y con poco encanto. Aún así, nunca está de más pasear por un pueblo tradicional bávaro y disfrutar de sus callejuelas y de sus gentes.

A una media horita de este pueblo se encuentra una iglesia muy recomendada, Wieskirche, sin embargo siento disentir, yo creo que no vale la pena desplazarse hasta allí. La venden como una de las iglesias más guapas, en medio de una pradera, con un encanto inigualable, bla bla bla. Vale, la iglesia no es fea, pero vamos, tampoco es nada del otro jueves que justifique el desvío hasta allí, además sí, la entrada la iglesia es gratuita pero no informan de que el único aparcamiento que hay no lo es. Así que, el desplazamiento unido a pagar aparcamiento por algo que se ve muy rápidamente yo creo que no vale la pena, pero para gustos colores.

Tras el largo día tomamos de vuelta a nuestro alojamiento para descansar y disfrutar al día siguiente de un nuevo pueblo, en este caso navideño.