El día anterior nos había llevado a climas muy dispares, de hielo a fuego, el día de hoy nos llevaría a la Navidad, un par de meses antes.

[18/10/2020]
Christmas House
Nos despertamos con los primeros rayos del sol bañando las orillas del lago Myvatn, donde pudimos dar un tranquilo paseo a primera hora de la mañana.

Soy una friki de la navidad, así que tenía muchísimas ganas de visitar la Christmas House de Akureyri. Antes de que abrieran ya estábamos por allí haciendo fotos a la casa y a toda su decoración exterior, donde tienen una zona de mesas de picnic e incluso un pequeño y coqueto baño navideño.

El interior no nos defraudó, 2 grandes plantas repletas de productos de temática navideña. Además tienen una zona dedicada a las leyendas islandesas para la época, donde se encuentra Grýla, un monstruo que vive en las montañas y que en Navidad baja para llevarse a los niños que se hayan portado mal. La verdad es que los pobres niños islandeses se tienen que hacer valientes y fuertes, porque a parte de este monstruo también tienen el gato negro Yule, el cual te vendrá a devorar si el día de Navidad no te pones ropa nueva recibida como regalo (así arreglaban el hecho de regalarles ropa y no juguetes, pero me parece algo cruel jajaja).

Justo al lado hay una pequeña tiendita muy cuca con productos ecológicos, donde compramos una mermelada de cebolla buenísima.

Al acabar decidimos visitar Akureyri, una pequeña ciudad a orillas del fiordo Eyjafjörður. No tiene gran cosa pero su paseo bordeando el fiordo tiene mucho encanto y unas vistas espectaculares. Además la peculiar arquitectura de las casitas bien merece un paseo por la zona residencial y hacer cuatro fotos a las cálidas casitas que nos gustaría trasladar a Mallorca para vivir en ellas.

Húsavík, pueblo marítimo de ballenas
Al día siguiente teníamos reservada una excursión de avistamiento de ballenas en Húsavík, así que allí nos dirigimos para conocer el lugar y pasar la noche. Húsavík tiene un bonito paseo marítimo, además de otro bonito paseo por el bosque siguiendo el curso de un pequeño río, donde aún estando dentro del pueblo te sientes como si estuvieras aislado de la civilización.

Esa noche dormimos en Húsavík Campsite, estaba cerrado por temporada de invierno pero indicaba que permitía pernoctar en sus instalaciones. Es decir, no disponíamos de baño, cocina ni agua corriente, pero sí de una gran explanada donde poder pasar la noche y poder cocinar con las puertas de la furgoneta abiertas sin molestar a nadie.