Bélgica y sus mercadillos navideños II – Brujas

Siguiendo con nuestra visita a los mercadillos de Navidad belgas, hay que decir que si bien es cierto que Gante nos encantó, la verdad es que el día que pasamos en Brujas fue lo mejor de la escapada.

Los cisnes de Brujas

 

7/12/2014

Brujas, ciudad medieval de cuento

Nos levantamos bien prontito y nos fuimos en búsqueda de la estación de tren. Tuvimos que dar un par de vueltas, y es que la verdad en perdernos creo que no nos gana nadie ¬_¬

Pero bueno, como previsores que somos, íbamos bien de tiempo y llegamos a la ciudad de Brujas entras las 8:30 y las 9:00. Dejamos nuestras maletas en unas taquillas, ¡benditas taquillas! No sé qué haríamos en nuestros viajes sin ellas, la verdad es que son de una gran utilidad para descargarte de equipaje mientras visitas cualquier ciudad. En Japón lo saben muy bien, en cualquier estación, en cualquier sitio turístico y en muchos rincones de las ciudades, puedes encontrar taquillas de tamaños diversos donde poder despreocuparte del pesado equipaje.

Pero sigamos, nos encontramos en la estación de Brujas, salimos al exterior y vemos una exposición temporal en hielo de El Señor de los Anilllos, Pere es súper fan y me hace prometerle que al volver entraremos, sentía el destino que le decía: “No te lo puedes perder, lo he puesto para ti” :p.

Bonito paseo de camino al centro histórico de Brujas

Pero a esa hora de la mañana, obviamente, aún estaba cerrado, así que continuamos nuestro recorrido, justo delante de la estación atravesando una calle ancha con circulación en ambos sentidos, vemos un bonito paseo de tierra con indicadores hacía los lugares más destacados. Nos adentramos en el bonito paseo, que circula al borde de un bonito río con patos, hasta llegar al Lago del Amor (Minnewater), cuyo nombre proviene de una mujer llamada Minna. Según la leyenda, Minna estaba enamorada de un chico de Brujas de condición social inferior, por lo que su padre les prohibió su amor, así que ella se escapó de casa, escondiéndose en la zona del lago, donde murió .Su enamorado, al enterarse, separó las aguas y la enterró bajo ellas para que perdurara por siempre el amor en el lago. Una leyenda preciosa ^_^, aunque no sepamos si real, pero las que sí son reales son las magníficas vistas desde el puente que atraviesa el lago, se ve la ciudad al fondo, reflejándose algunos edificios sobre sus aguas, una imagen digna de postal, eso sí, nos encontramos con un viaje organizado de asiáticos que pensaron que todos y cada uno de ellos también necesitaban su postal, así que había un poco de overbooking ¬_¬

Lago del Amor (Minnewater)

Continuamos nuestro recorrido por el mismo lado en que habíamos llegado al lago, hasta llegar al Beatario, se trata de las antiguas vivienda donde habitaron, desde el siglo XII al XIV, las beguinas, una congregación que no era exactamente una orden religiosa, sino mujeres dedicadas a la oración y a distintos trabajos como cuidar enfermos o atender a los más necesitados. Se puede pasear libremente por sus jardines y ver las fachadas de las casas, además es posible realizar una pequeña visita al museo donde se explica la vida de las beatas, el horario del museo es de 9:30 a 17:00, pero cuando nosotros llegamos aún no había abierto y al irnos ya había cerrado, y es que la ciudad de Brujas, valga la redundancia, nos embrujó 😉

Beatario

Desde aquí cruzamos un pequeño puente para adentrarnos en la ciudad en sí, donde lo primero que nos encontramos es la iglesia de Nuestra Señora (Onze-Lieve-Vrouwekerk), donde se encuentra el corazón de Felipe el Hermoso, pero estaba toda en obras y no consideramos valiese la pena pagar por verlo todo andamiado y con las obras fuera de su sitio y protegidas.

Así que cruzamos otro pequeño puente por la parte trasera de la iglesia y nos dirigimos hacía el muelle del Rosario, desde donde se obtienen unas bonitas vistas de la ciudad, para adentrarnos desde allí en la plaza donde estaban ubicadas las casas gremiales de los curtidores y el mercado del pescado, la mezcla de olores de piel y pescado no debía ser muy agradable, por lo que en una esquina, si os fijáis bien, podréis observar una cabeza con expresión de mal olor.

Cara de mal olor por la mezcla de pieles y pescados

Seguimos hacia adelante cruzando otro pequeño puente y llegamos a la plaza Burg, donde se construyo una fortaleza para impedir el paso a los vikingos, más tarde el conde de Flandes la derribó para construir el ayuntamiento (stadhuis). Esta fortaleza se dice que estuvo custodiada por un oso y por ello este animal pasó a formar parte del escudo de Brujas. En la misma plaza se encuentra la Iglesia de la Santa Sangre, que alberga la reliquia con la sangre de Cristo colocada en un cilindro con una corona de oro en cada extremo, su horario es de 9:30 a 12:00 y de 14:00 a 17:00, y la entrada es gratuita, pero eso sí, hay que ir con tiempo porque siempre está a reventar y cuando llega la hora de cierre da igual si aún hay gente haciendo cola, además no se puede molestar en horario de misa. Nosotros tuvimos que acercarnos tres veces para conseguir entrar, menos mal que el centro histórico no es muy grande y todo está relativamente cerca.

Plaza Burg con su árbol de Navidad

Y por fin, por una pequeña callecita llena de gente y de tiendecitas navideñas, llegamos al Grote Markt, plaza principal con su mercadillo, toda engalanada, y por supuesto, vigilando desde las alturas la Torre Belfort, el campanario de la ciudad. Quien se anime a subir a la torre tendrá que estar en forma para superar los 366 escalones 😉 además de, claro está, pagar los 8€ de la entrada e ir dentro de su horario (9:30 a 17:00). Nosotros no llegamos a subir, y es que, aunque Brujas no sea muy grande, tiene un gran encanto que hace que te encandiles con cada detalle, mucho más en navidad, por lo que personalmente creo que bien merece dedicarle dos días, y así poder hacerlo todo y, sobretodo, ver la magia de la ciudad por la noche, cuando ha desaparecido la gran masa de turistas.

Torre Belfort

A raíz de esta reflexión, otra cosa que nos quedamos sin hacer fue montar en barquita por los canales, aunque para ser sinceros no fue todo culpa de falta de tiempo sino también de climatología. Es decir, al final de la tarde, cuando ya habíamos acabado nuestras visitas, nos dirigimos a las casetas donde venden los boletos para las barcas, compramos uno y nos pusimos en cola, pero empezó a llover y sólo éramos dos parejas, así que decidieron cancelar el paseo, y nos enviaron a otro punto donde aún continuaban haciendo recorridos, pero al llegar ya salía la última barca, esperamos un poco para ver si llenarían otra, pero en vistas de la hora y la lluvia la empresa decidió que era hora de cerrar el día, así que… bueno, fue un cúmulo de circunstancias sí, pero… si hubiéramos estado más tiempo seguro que hubiéramos podido subir. Y Pere, más que yo, se quedó con muchas ganas, así que en las tareas pendientes está volver para quitarse el mono 😉

Pero volvamos al Grote Markt, la plaza del mercado de brujas, repleta de puestecitos navideños, sin faltar la imprescindible pista de hielo. Paseamos alegremente por el mercado, la lluvia que empezó a caer no minó nuestras ganas de descubrir cada rincón, pero sí nos obligó a comprar un paraguas :p, y comimos en una hamburguesería de la plaza, ya que la lluvia nos impidió hacerlo fuera.

Al salir nos llamó especialmente la atención el Historium, un museo interactivo que te lleva a descubrir la historia de Brujas. Si bien dudamos en entrar, ya que estas cosas suelen estar más pensadas para un público infantil, la verdad es que a mí me gustó, vas entrando en diferentes salas, con diferentes decorados, donde a través del cuento de un chico te van contando cómo era la vida en Brujas durante la Edad Media.

Vista del Grote Markt desde el balcón del Historium

Después de la visita y tras el tercer intento con éxito de visita a la Iglesia de la Santa Sangre, no pudiendo, como ya he relatado, pasear en barca por los canales, hicimos el camino inverso de vuelta a la estación.

Iglesia de la Santa Sangre

De camino no me pude resistir a comprarme un souvenir, un cojín navideño con el bordado típico de Bélgica, especialmente en Brujas había muchísimas tiendas y de precio mucho más competitivo.

Eso sí, no nos podíamos ir sin visitar la exposición que comenté al principio del día, la exposición en hielo de El Señor de los Anillos (The Snow & Ice Sculpture Festival – The Land of the Hobs, 15€). La verdad es que no soy una gran fan, pero las figuras eran impresionantes, super bien hechas, con decoración de las casas de los hobbits, los árboles,… una verdadera chulada ^_^. Y al final del recorrido había un tobogán de hielo por el que te podías tirar, fue muy divertido jejeje. Aunque también hay que hacía mucho frío allí dentro, pero claro, mantener el hielo es lo que tiene.

Gandalf
La casa de un Hobbit

Acabada la visita nos subimos al tren, el trayecto de Brujas a Bruselas dura una hora y al llegar teníamos que encontrar el apartamento, también de Airbnb, que teníamos contratado, y, otra vez, llegamos unos 20 minutos tarde. Sí, al final voy a decirles a los pobres propietarios mucho más tarde de lo que tenga previsto porque me sabe mal que muchas veces los hacemos esperar y es que ubicarte en una ciudad que no es la tuya siempre cuesta un poco.

El apartamento no fue tan bueno como el de Gante pero tampoco nos podemos quejar, nos costó 60€ la noche, era amplio, con todo lo necesario, y a unos 10 minutos del centro, para mi gusto un poco frío, pero también puede que sea culpa de mi termostato :p

Compramos una cena en el supermercado de al lado porque ya era tarde, decidiendo dejar para el día siguiente el descubrimiento de Bruselas.

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