Por un lado habíamos visitado casi todo Düsserdolf (únicamente nos quedaba el palacio al que dedicaríamos el día siguiente) y por otro en Oberhausen hay un Legoland que deseábamos visitar. Así que tomamos tren rumbo a la estación central de Oberhausen.

[19/04/2019]
Después de la experiencia, ya no nos gusta Lego
Habíamos comprado por Internet la entrada a Legoland y estábamos muy ilusionados por la visita. De camino hacía allí paseamos por una zona residencial y por el Gasómetro, un antiguo depósito de gas que ahora alberga exposiciones, no entramos pero igualmente es un lugar curioso.

Llegamos a Legoland, nos hicimos fotos en el exterior con las figuras decorativas y nos dirigimos hacia la puerta de entrada. Pero cual no sería nuestra sorpresa cuando nos dijeron que no podíamos entrar, que sólo podían entrar adultos acompañados de niños. Intentamos convencer al personal de que nos dejara entrar alegando que ya teníamos las entradas compradas y que si nos aburríamos en el interior (que era su argumento para prohibirnos la entrada) sería problema nuestro. Pero la única solución que nos dieron fue revender la entrada en la puerta.

Así que, por mucho que peleamos nos quedamos sin ver Legoland, principal motivo de nuestra visita a Oberhausen. Aunque luego descubriríamos que la ciudad tenía más que ofrecer, pero no adelantemos acontecimientos.
Ni cortos ni perezosos nos pusimos en la puerta de Legoland e intentamos revender la entrada a familias con niños que no la tuvieran precomprada. A la segunda familia que preguntamos nos las compró, seguramente se nos debía ver la cara de buena gente y de penita mientras explicábamos que sin niños no podíamos entrar.

Justo frente a Legoland, se encuentra CentrO, el segundo centro comercial más grande de Alemania, y, como se nos había chafado el plan del día, decidimos hacerle una visita. Era día festivo, así que estaba todo cerrado, solo pudimos pasear un poco por los pasillos y usar de forma gratuita los baños (dato importante a tener en cuenta para los viajeros).
Reserva de animales en Oberhausen
Tenía apuntado como sitio destacable la visita a Slinky Springs to Fame, un puente de arquitectura peculiar que desde el parque Kaisergarten atraviesa el canal Rhine-Herne.

El puente la verdad es que es muy chulo, es como una espiral estirada. ¿Recordáis las espirales con las que jugábamos de niños, que las tirábamos y bajaban la escalera solas? Pues a eso me recordaba.
Y la gran sorpresa del día fue el tiergehege en el kaisergarten, una reserva de animales gratuita. La verdad es que nos salvó el día, ya que es bastante grande y le dedicamos unas buenas 3 o 4 horas.

Como he indicado, la entrada es gratuita, pero puedes comprar unas cajitas de comida para dar a los animales en unos dispensadores que hay por el parque. La comida no es apta para todos los animales, en cada uno de los sitios te indica si les puedes o no dar de comer. Obviamente compramos una caja y les dimos a todos los que pudimos, principalmente a los ciervos.

En tiergehege, además de ciervos, podemos encontrar nutrias, jabalíes, llamas, mapaches, búhos, tortugas, reptiles y otra serie de animales de granja, como pavos o gallinas.
Al final pasamos un día super divertido jugando con los animalitos. Hacía un día soleado y calurosa, así que nos compramos un heladito y lo tomamos paseando tranquilamente por el parque de kaisergarten.

Fuimos atravesando el parque dirigiéndonos de nuevo hacia la estación central desde donde tomaríamos un nuevo tren de vuelta. Al día siguiente descubriríamos el palacio Benrath.